Cuando un jugador saca un número y mueve al monstruo a un nuevo espacio que contenga la ficha de emoción, dicho jugador debe explicar al resto de jugadores la emoción, utilizando ejemplos, experiencias vividas, objetos, momentos de la vida o cualquier detalle que se le ocurra. A continuación, coge la ficha de emoción y elige uno de los tarros de los estantes y le da la vuelta al mismo.
En caso de que el tarro sea del mismo color que la ficha obtenida, el jugador puede meter la ficha en el tarro, dejándolo girado para que los jugadores puedan ver que el tarro está lleno con la emoción correcta. En segundo lugar, si el tarro no coincide con la emoción, se devuelve la ficha al tablero, y, se vuelve a colocar el tarro con el dibujo oculto en su posición. Por último, si al dar la vuelta al tarro se trata de uno de los tarros con una mezcla de colores, el jugador selecciona dos tarros vacíos y los cambia de posición entre sí, y, deja el tarro con el revoltijo de emociones girado. En caso de que se descubran 3 tarros mezclados de emociones durante la partida, el monstruo se liará, y, se deberá volver a empezar la partida.
Eso si, la niña es capaz de ayudar al monstruo y resolver sus revoltijos de emociones. Por tanto, si el monstruo de colores acaba alguno de los movimientos en el mismo lugar que la niña, o, si se saca la cara de la niña en el dado, moviendo su peón junto al monstruo de colores, el jugador puede dar la vuelta a uno de los tarros mezclados de emociones que se hayan destapado.